Las 10 Mayores Estafas del Siglo XXI (SÍ, Apple Está en la Lista Pero Igual Uso Mac)
Y sí, aquí me tienen otro maldito día en esta fosa séptica de semana, listo para vomitar todo el veneno acumulado tras dos días de tortura financiera (Sí, me quedé en ceros. No porque sea un magnate en desgracia, sino porque mi cuenta bancaria ya era un chiste antes de que BlueHost viniera a terminar de escupirme en la cara. La única razón por la que sigo pagando esa basura es para que ustedes, bola de despojos digitales, tengan algo con qué distraerse antes de volver a su triste existencia). Pero bueno, dejando de lado mi bancarrota emocional y económica, vamos al tema…
Hermano, no tienes idea del odio que llevo dentro. Y como no puedo salir a romper ventanas sin consecuencias legales, decidí canalizarlo contra esas minorías autoengañadas que se hacen llamar “fans” de ciertas marcas, productos o ideologías, aunque los dueños de las mismas los ven con menos importancia que un anuncio de YouTube Premium. Son el equivalente a chimpancés con traje de gala: creen que están en una revolución, pero lo único que han logrado es fundir su tarjeta de crédito en nombre de una causa que ni los pela.
En efecto, te estoy viendo a ti, fan de Apple, ese que se cree la reencarnación de Steve Jobs solo porque carga un teléfono con una manzana mordida, cuyo precio es directamente proporcional a su fragilidad (sí, hermano, tu iPhone no sobrevive ni a una brisa fuerte). Y no me hagas hablar de tu MacBook Pro 14” con chip M4 Pro, que te costó medio riñón, la dignidad y una hipoteca con los cobradores gota a gota… Espera, ¿estoy hablando de mí? No puede ser… Soy uno más del rebaño. He caído en una de las mayores estafas del siglo y ni siquiera puedo reclamar porque Siri me está escuchando.
Pero ya que estoy en este pozo sin fondo, no me voy a lamentar solo; usted, sí, usted, me va a acompañar en este recorrido por el glorioso mundo de las estafas del Siglo XXI. Y si de repente desaparezco y encuentran mi cuerpo con cinco balazos en la nuca, no se preocupen, solo fue un pequeño “accidente” cortesía de esas amables corporaciones que solo quieren lo mejor para mí.
1. Apple: “Mismo iPhone, Nuevo Precio”
Apple ha perfeccionado el arte de vendernos la misma basura con un empaque más bonito y un precio más inflado. Cada septiembre, Tim Cook se sube al escenario, nos muestra un rectángulo idéntico al del año pasado, le cambia el nombre a una función que ya existía y se lleva millones de dólares en preventas. Lo llaman “innovación”, pero la única novedad real es el trauma financiero que te deja pagarlo en cuotas durante media década.
Porque sí, hermano, tener un iPhone se ha convertido en el equivalente tecnológico de una cadena de oro falsa: algo que la gente del tercer mundo compra para aparentar que no pertenece al tercer mundo. Ahí los ves, tomándose selfies con un iPhone financiado en 48 meses mientras esperan el camión porque no les alcanzó para Uber. Pero eh, lo importante es que la foto salga con el bendito bokeh del Modo Retrato.
Y no hablemos de las especificaciones. Apple te vende un cargador por separado como si fuera un artículo de lujo, te sigue clavando un notch en 2025 y cuando se le acaban las ideas, simplemente cambia el color y lo llama “la evolución del diseño”. Lo peor de todo es que la gente cae una y otra vez, felices de ser desplumados, porque no compran un teléfono, compran estatus. Un estatus que, irónicamente, solo demuestra lo fácil que es manipular a alguien con déficit financiero y un complejo de superioridad basado en un logo.
Pero bueno, ya sabemos cómo termina esto. En unos meses, Apple anunciará que el próximo modelo vendrá sin pantalla porque la verdadera innovación es la experiencia sensorial de imaginar los íconos, y millones de ilusos harán fila para pagarlo. Y yo, por supuesto, estaré ahí… porque mi MacBook es lo único que no me ha explotado en la cara.
2. Los NFT: “Hermano, me robaron mi chango digital”
Los NFT fueron la mayor prueba de que el ser humano tiene más dinero que neuronas. Imagínate pagar miles, incluso millones, por un dibujo de un mono feo con la misma expresión de tu tío cuando le pides prestado. “Pero bro, es único, está en la blockchain”, decían, mientras cualquier persona con un dedo funcional lo guardaba como imagen en su galería.
El verdadero milagro aquí fue la cantidad de ilusos que se creyeron que esto era “el futuro del arte y la inversión”. Se metieron hasta el cuello, vendieron la casa de la abuela para comprar un .jpeg y ahora están en Twitter con nombres como CryptoWarrior_69 llorando porque su “activo digital” vale menos que una suscripción a Disney+.
Y lo mejor de todo: la mayoría de estos genios vivían en el tercer mundo. Hermano, si tienes que compartir WiFi con tus vecinos porque no te alcanza para pagar un plan decente, ¿qué demonios haces gastando en un dibujito de un simio con gafas? No invirtieron en criptomonedas, invirtieron en su propia humillación. Ahora están atrapados en un grupo de Telegram con otros estafados, donde cada día se repiten que “el mercado se va a recuperar” mientras rezan para que algún otro idiota llegue a comprarles su chango moribundo.
En fin, los NFT pasaron de ser “el futuro” a un mal chiste en menos de un año. Mientras tanto, los creadores originales ya se largaron con todo el dinero, dejando atrás un cementerio digital lleno de monos, promesas rotas y carteras vacías.
3. Las Criptomonedas: “Invierte ahora, hermano, confía”
La revolución financiera, la moneda del futuro, el fin de los bancos… y la razón por la que ahora tienes que vender fotos de tus pies en Telegram para pagar la renta. Bienvenido al mundo de las criptomonedas, donde los únicos que realmente ganan son los que te convencieron de meter tu dinero en esta estafa antes de desaparecer con él.
Todo empezó con Bitcoin, una idea brillante que prometía liberarnos del sistema financiero tradicional. Y luego llegó la horda de imbéciles con nombres como CryptoWarrior_777, que convirtieron todo en un casino mal administrado. Se gastaron los ahorros de su vida en dogecoins, shitcoins y otras monedas con logos de perritos y dibujos animados, convencidos de que algún día serían millonarios. Ahora están sentados en un rincón oscuro, llorando mientras miran un gráfico en rojo que nunca deja de caer.
¿Y qué pasó con los gurús que te decían “bro, compra ahora o te arrepentirás toda tu vida”? Oh, ellos ya cambiaron sus bitcoins por dólares bien tangibles, se compraron mansiones y dejaron de responderte los mensajes. Mientras tanto, tú sigues atrapado en un grupo de Telegram donde otros idiotas igual de arruinados que tú se repiten frases motivacionales como “HODL, hermano, el mercado se va a recuperar” para no aceptar la dura realidad: les vieron la cara.
Y lo mejor es la gente del tercer mundo, los que invirtieron su sueldo entero en una cripto rara con la esperanza de “ser el próximo millonario”. Hermano, si tienes que pedir fiado en la tienda para comprar papel higiénico, tal vez no era el mejor momento para jugarte todo en un activo digital cuyo valor depende de que un influencer diga “to the moon”.
Las criptos no destruyeron a los bancos, ni al dólar, ni al sistema financiero. Solo destruyeron tu cuenta bancaria, tu dignidad y la última pizca de esperanza que tenías en la vida. Felicidades, inversionista.
4. OnlyFans: “Paga para ver lo que ya está en Reddit”
El internet nos dio acceso ilimitado a contenido gratuito, pero siempre habrá un grupo selecto de idiotas dispuestos a pagar por lo que pueden encontrar con una búsqueda de cinco segundos en Google. OnlyFans se convirtió en el epicentro de esta brillante demostración de estupidez humana: tipos que financian los lujos de una mujer que ni siquiera los sigue de vuelta en Instagram.
Aquí es donde entra la magia: estos genios no están comprando contenido, están comprando la ilusión de que “ella me responde los mensajes, bro, hay conexión”. Hermano, esa tipa responde porque le pagaste, no porque le intereses. Si mañana su mejor cliente aparece flotando en un río, lo más que hará será postear un “RIP baby 😢” antes de subir una oferta de contenido con 20% de descuento.
Y lo mejor de todo: la mayoría de estos simps con complejo de veneco calentón. Pagan por fotos de una tipa que, si la vieran en la calle sin maquillaje, la confundirían con la que te da los recibos en Micky Dos (Mc Donald´s, para los panas). Pero en internet, con los filtros y los ángulos adecuados, juran que están financiando a la diosa Afrodita. La realidad es que mientras ellos empeñan su PlayStation para pagar una suscripción de $15, ella está en Cancún, bebiendo cócteles con el dinero de 50 sujetos que creen que son “especiales”.
Y luego están los que justifican su inversión diciendo “es que apoyo su emprendimiento, bro”. Hermano, lo tuyo no es activismo, es desesperación con Mastercard. No eres su aliado, no eres su socio, no eres ni siquiera un recuerdo en su cabeza. Eres el número de una transacción que desaparece cada mes, un pago automático que ella ni revisa porque está demasiado ocupada con su novio, al que le compra regalos con tu dinero.
Pero bueno, cada quien gasta su plata como quiere. Solo recuerda que si desapareciera OnlyFans mañana, la mayoría de estos tipos tendrían que volver a lo que siempre hicieron: mirar fijamente el techo mientras se preguntan en qué momento todo salió tan mal.
5. El Metaverso: “Mark Zuckerberg vendiéndonos el peor MMORPG de la historia”
Mark Zuckerberg intentó vendernos el Metaverso como si fuera el futuro de la humanidad, pero lo único que logró fue crear el peor MMORPG de la historia. Un mundo virtual donde la gente camina sin piernas, la interacción social es más forzada que una reunión de Zoom y los gráficos parecen de un juego educativo de 2004. Nos prometieron Ready Player One y nos entregaron Los Sims para desempleados.
Pero claro, los gringos tragaron el cuento con cuchara grande. Ahí estaban, invirtiendo millones en terrenos virtuales para “construir la sociedad del mañana”, como si no tuvieran calles reales llenas de tiendas de campaña y crackheads peleando con el aire. Imagínate gastar 15 mil dólares en una casa digital en el Metaverso mientras afuera de tu casa física un vagabundo caga en tu jardín porque el gobierno decidió que solucionar la crisis de vivienda es menos importante que financiar guerras en el otro lado del mundo.
Y lo mejor es que Zuckerberg lo vendió como “el siguiente paso en la evolución humana”. Hermano, si la cúspide de la tecnología es ponerte un visor para ver un muñeco sin piernas flotando en un Starbucks digital, tal vez la evolución ya no tiene sentido. Hasta los Sims tienen más personalidad que los zombies corporativos que intentaban vendernos este basurero digital como el nuevo Silicon Valley.
El Metaverso fue un cementerio desde el día uno. La única gente que lo usó fueron tech bros intentando impresionar a inversionistas y niños rata con visores de segunda mano. Los mismos CEOs que lo promocionaban ya ni lo mencionan, y Zuck tuvo que fingir que la IA era su verdadero objetivo desde el principio. Mientras tanto, la gente que hipotecó su casa para comprar un terreno en MetaLand sigue esperando que alguien quiera abrir un McDonald’s digital en su barrio de píxeles.
6. Los Cursos de Finanzas en Instagram: “Amigo, si fuera tan fácil, ya no estarías aquí”
Si el conocimiento es poder, entonces los gurús de finanzas en Instagram son la prueba viviente de que la ignorancia imprime billetes. Cada día aparece un nuevo tipo con un micrófono de solapa, fondo minimalista y un libro de Padre Rico, Padre Pobre sin leer, listo para revelarte “los 3 secretos que los bancos no quieren que sepas”. Hermano, si un video de 30 segundos fuera suficiente para volverte millonario, los Forbes 500 estarían llenos de adolescentes con déficit de atención.
Lo mejor de todo es que sus “enseñanzas” siempre terminan en lo mismo: “Si quieres aprender más, entra a mi curso premium por solo $499.99”—una ganga, considerando que lo único que aprenderás es cómo caer en estafas más rápido. Su “mentoría” se resume en decirte que ahorres dinero, que diversifiques ingresos y que “la clave está en tu mentalidad”. Claro, porque tu mayor problema no es que ganas el salario mínimo, sino que no piensas como Jeff Bezos.
Y aquí es donde los gringos entran con todo. Ahí están, comprando estos cursos como si fueran la piedra filosofal de las finanzas, convencidos de que en dos meses pasarán de vivir en un trailer park a manejar un Lamborghini. Lo irónico es que la mayoría de estos gurús de Instagram ni siquiera son ricos por invertir: son ricos porque vendieron cursos a idiotas que creyeron que lo eran. Es un esquema piramidal con más filtros de Instagram y menos vergüenza.
Pero hey, sigue viendo esos reels motivacionales de tipos rentando jets privados mientras te dicen que “si quieres ser millonario, solo tienes que trabajar más fuerte”. Seguro que en cualquier momento, con suficiente mindset, dejarás de llorar porque la renta subió otra vez.
7. La Suscripción a 50 Servicios de Streaming: “Torrents, te extrañamos”
Nos prometieron el paraíso: “Corta el cable, todo estará en streaming, paga solo por lo que ves”. Y aquí estamos, en el infierno corporativo de 2025, con 50 servicios diferentes, una factura que parece número de teléfono y ni una maldita serie completa porque cada plataforma retiene exclusivos como si fueran rehenes de guerra.
Antes, con 10 dólares tenías Netflix y eras feliz. Ahora necesitas:
- Netflix ($19.99) para ver la única serie decente que no han cancelado.
- HBO Max ($15.99) para ver la primera mitad de una película antes de que la borren por “optimización de costos”.
- Disney+ ($13.99) para ver cómo destrozan otra franquicia con diversidad forzada y guiones escritos por becarios.
- Amazon Prime ($14.99) porque, sorpresa, la serie que querías desapareció de todas las demás plataformas.
- Apple TV+ ($9.99) para recordar que existe el streaming de lujo (aunque nadie lo ve porque prefieren pagar el iCloud).
- Paramount+ ($11.99) porque algún día, quizás, te dará curiosidad ver qué hay ahí.
- Crunchyroll ($9.99) porque necesitas anime, pero si no pagas el premium, te meten más anuncios que un canal de TV en 2003.
Y después de todo esto, abres el catálogo y te das cuenta de que nada de lo que quieres ver está disponible en tu país. Pero tranquilo, por solo $5.99 adicionales, puedes contratar una VPN y engañar a la plataforma para ver Shrek sin censura en la versión kazaja.
Lo más irónico es que volvimos al punto de partida: ahora la gente está pirateando más que nunca. Los torrents no solo no murieron, sino que se han convertido en la última esperanza de la humanidad. Es el 2025 y compartir un archivo en The Pirate Bay es un acto de resistencia digital. Mientras tanto, los CEOs de estas plataformas siguen preguntándose por qué “la gente no valora nuestro contenido”. Hermano, porque pagar por 50 servicios para ver una serie incompleta es un insulto a la dignidad humana.
Pero hey, no te preocupes. Seguro que en unos meses inventan Netflix Platinum Supreme Deluxe por $29.99 para que puedas ver contenido sin anuncios… aunque seguirás necesitando cinco plataformas más para completar la serie.
8. Los Videojuegos “Live Service”: “Prometemos arreglarlo con parches”
Hubo un tiempo en el que comprabas un juego y lo jugabas. Punto. Sin pases de batalla, sin skins a precio de órgano en el mercado negro, sin actualizaciones de 200 GB que no arreglan nada. Ahora, pagas $70 por un beta test disfrazado de lanzamiento oficial, te comes más bugs que un homeless en San Francisco y te dicen “no se preocupen, lo vamos a arreglar con parches”. Hermano, si quisiera pagar por algo roto con la promesa de que algún día funcionará, me compraría un coche europeo de segunda mano.
Pero lo mejor de todo es la hipocresía. “Nuestro juego tiene años de contenido planeado”, dicen. Ah sí, claro. Como Anthem, que duró menos que la carrera de un influencer cancelado. O Battlefield 2042, que venía con más problemas que un niño sin figura paterna. O Redfall, que se lanzó en tal estado de coma que Bethesda tuvo que desconectarlo del soporte vital más rápido que a tu abuela cuando preguntaron quién pagaría el hospital.
Y no hablemos de las microtransacciones, porque ahí sí hay presupuesto. ¿Quieres una skin? $20 dólares. ¿Un pase de batalla con contenido que deberían haberte dado desde el inicio? $10 dólares mensuales. ¿Un personaje nuevo? Gasta 500 horas farmeando o paga $50. ¿Diversión? Esa se compra aparte.
Pero no te preocupes, campeón, seguro que cuando el juego muera en dos años sin previo aviso, los desarrolladores lanzarán un emotivo tuit diciendo “gracias por el apoyo, aprendimos mucho”. Claro, aprendieron a hacerte pagar como imbécil por un juego que desapareció más rápido que tu novia cuando mencionaste matrimonio.
Así que prepárate, porque en este maravilloso futuro, tus juegos favoritos no serán tuyos. Serán de EA, de Ubisoft, de Sony… y de cualquier otra empresa que te haga pagar tres veces por el privilegio de ser su beta tester con tarjeta de crédito.
9. La IA Generativa: “No, hermano, esto no es plagio, es ‘entrenamiento’”
Si pensabas que la humanidad había tocado fondo cuando los influencers empezaron a vender cursos de “Cómo hacer dinero mientras duermes”, prepárate, porque ahora la IA generativa ha convertido el internet en una mezcla de Wikipedia, un collage de imágenes robadas y el vómito digital de un robot que no sabe diferenciar entre Shakespeare y un hilo de Twitter.
“No, hermano, esto no es plagio, es ‘entrenamiento’”, dicen los genios del valle del silicio mientras le enseñan a una red neuronal a dibujar manos con siete dedos y a escribir guiones que parecen escritos por alguien con un derrame cerebral en proceso. La IA es el futuro, decían, pero hasta ahora su mayor logro ha sido hacer ilustraciones con ojos que parecen haber visto el fin de los tiempos y generar respuestas tan genéricas que un horóscopo tiene más profundidad.
¿Quieres una imagen? DALL·E te da una obra maestra deforme con gente sonriendo como si estuvieran en un culto. ¿Necesitas un ensayo? ChatGPT te suelta 1000 palabras de puro aire que parecen escritas por un becario en su primer día. ¿Un video? Lo más que te van a dar es un tráiler de 5 segundos donde todos los personajes parecen estar en plena fusión nuclear.
Pero no me malinterpreten, YO sí estoy agradecido con la IA. Porque gracias a esta maravilla tecnológica, ya no tengo que molestarme en escribir estos posts como un imbécil cuando puedo hacer que un chatbot lo haga por mí. Mientras ustedes están leyendo esto creyendo que proviene de mi retorcida mente, yo estoy recostado, disfrutando de la gloria de ver a una máquina hacer mi trabajo con más eficiencia que un pasante con miedo a ser despedido.
Pero claro, los gringos están enloquecidos con la IA. Ahí los tienes, peleando en Twitter porque “le robaron a los artistas” mientras ellos mismos usan FaceApp para ver cómo se verían si fueran más atractivos (spoiler: igual de mediocres). Empresas despidiendo escritores para reemplazarlos con un bot que, irónicamente, escribe mejor que ellos. Y Hollywood, ah, Hollywood, amenazando con usar IA para reemplazar actores, como si la gente no pudiera notar que sus películas ya eran basura mucho antes de que la IA entrara en escena.
Así que sí, la IA es el futuro. Un futuro donde nadie crea nada, todo es un refrito de un refrito, y la única constante es que los ricos seguirán lucrando con la estupidez de la humanidad mientras el resto de nosotros nos preguntamos en qué momento pasamos de soñar con robots que nos harían la vida más fácil a tener que pagar por ver sus dibujos disléxicos con proporciones que harían llorar a Da Vinci.
10. El Trabajo Remoto… Hasta que a tu jefe le dio ansiedad
Ah, el trabajo remoto, esa hermosa utopía donde te prometieron libertad, productividad y la posibilidad de trabajar en calzones sin que Recursos Humanos te mirara feo. Todo iba bien… hasta que a tu jefe le dio un ataque de ansiedad porque no podía verte sufriendo en persona.
“No es que no confiemos en ustedes”, dicen, mientras implementan software para rastrear cada maldito movimiento de tu mouse, como si fueras un sim al borde de la desesperación. “Es que extrañamos la cultura de oficina”, lloran, mientras obligan a gente con trabajos 100% digitales a volver a una oficina gris donde lo único que crece es el moho del refrigerador comunitario.
Y aquí es donde los gringos entran a hacer el ridículo. Ahí los tienes, escribiendo artículos en Forbes sobre cómo “trabajar desde casa destruye la economía”, mientras ignoran el hecho de que las únicas personas que quieren volver a la oficina son los boomers divorciados que prefieren morir antes que pasar otro minuto a solas con sus hijos.
Pero tranquilo, que los CEOs ya encontraron la solución: reuniones obligatorias en Zoom cada 30 minutos. ¿Necesitas hacer tu trabajo? No importa, primero hay que discutirlo en una junta inútil con 15 personas que podrían haber resuelto todo con un correo. ¿Quieres ir al baño? Mala suerte, si tu indicador de actividad baja por más de cinco minutos, recibirás un correo preguntando si “sigues comprometido con la visión de la empresa”.
Y claro, no puede faltar el golpe final: “Debemos volver a la oficina para mejorar la productividad”. Hermano, si productividad significa perder dos horas en el tráfico, escuchar las historias de Karen sobre su gato obeso y aguantar la respiración cada vez que tu compañero de cubículo decide almorzar atún con cebolla, entonces sí, claro, volveremos a ser eficientes.
Pero hey, sigamos fingiendo que esto es por el bien de todos. Después de todo, no hay nada más motivador que saber que podrías hacer tu trabajo en casa, pero en lugar de eso, estás atrapado en una oficina llena de zombies corporativos preguntándote cuánto más falta para tu hora de salida.
Y así, hermanos, hemos sobrevivido a otra estafa monumental de la vida moderna.
Nos vendieron el futuro y nos entregaron un DLC roto con microtransacciones. Nos prometieron tecnología avanzada y terminamos con NFTs de changos deprimidos y asistentes de voz que no entienden ni el 50% de lo que decimos. Nos aseguraron que la era digital nos daría más libertad, pero ahora trabajamos más horas, pagamos más por entretenimiento mediocre y encima le tenemos que rezar a una IA para que nos escriba una excusa creíble cuando llegamos tarde al trabajo.
Pero lo peor de todo no es que nos hayan estafado… es que vamos a seguir cayendo como imbéciles. Ahí estaremos el próximo año, emocionados por el nuevo iPhone 26 Pro Max Ultra Plus Turbo, comprando otro pase de batalla para un juego que morirá en seis meses, suscribiéndonos a otro servicio de streaming que solo tiene una serie buena y, por supuesto, defendiendo todo esto en Twitter como si nos pagaran.
La única solución real sería viajar en el tiempo, encontrar al primer idiota que decidió monetizar absolutamente todo en esta vida, y aplicarle un “game over” antes de que pudiese abrir la boca. Pero como no tenemos máquinas del tiempo (gracias por nada, Elon Musk), lo único que nos queda es seguir riéndonos de nuestra propia miseria.
Así que nada, sigan con su día, gasten su dinero en estupideces, justifiquen sus malas decisiones con frases como “es que me da felicidad” y recuerden: cuando todo se vaya al carajo, al menos nos quedará TheOffTopicHub para reírnos juntos de nuestra ruina compartida.
Cuídate mucho, te espero pronto con un nuevo post lleno de tonterías sin sentido que alegrarán tu día, chau chau.

No me molestes por el logo elaborado por IA, espero poder crear uno próximamente, pero si el cerebro no me funciona ni para cargar pesos adecuadamente, imagíname haciendo un logo.